Ponemos rumbo a Sant Celoni, Barcelona, y llegamos a una explotación a las afueras del municipio. Allí nos reciben dos granjeros que acceden a permitirnos entrar en las instalaciones.
Dentro de la única nave, a primera vista observamos muchos gazapos heridos, con partes del cuerpo mordidas o sin pelo, así como otros conejos muertos dentro de las jaulas, siendo pisados por otros vivos. Nos impresiona observar dentro de una jaula a la madre tendida muerta y todos los gazapos sin moverse al lado suyo. La misma situación la vemos nuevamente en otra jaula. Nos impacta la imagen de un gazapo de alrededor del mes de vida tendido agonizando y con hiperventilación al lado de todos sus hermanos; yace entre una espesa capa de heces secas.
Realmente en esta granja encontramos muchas situaciones trágicas. Por ejemplo, observamos algunas crías agonizando entre el frío de los barrotes sin que la madre pueda hacer nada. La madre empieza a comerse a uno de ellos aún vivo, está empapando de sangre toda la jaula. Seguimos grabando la escena, nuestros ojos no pueden dar crédito a lo que estamos documentando. El gazapo recién nacido se retuerce de dolor y emite un grito, la madre le ha amputado un pie, se ha comido parte de la cabeza y está empezando a comerse otra pata. La cría aún viva gime de dolor y abre la boca entre los barrotes mientras la madre lo zarandea arrancando trozos de carne.
Debajo de la jaula, entre los excrementos, documentamos trozos de cuerpo de crías recién nacidas, todo lleno de sangre, probablemente la madre se lo comiera hasta dejar un trozo de carne capaz de resbalarse entre los barrotes y caer a los excrementos.
Es lo más duro que hemos visto desde que en Febrero comenzásemos a infiltrarnos en granjas de conejos. No podemos imaginar el dolor y sufrimiento que ha tenido que soportar esa cría con apenas unos minutos de vida.