7 julio, 2013

web_20130707_marinaecologicaConcretamos una cita con el granjero A., a día de hoy el único granjero que produce conejo ecológico en España. Su explotación consta de cinco naves alargadas muy antiguas y sucias. Tras más de veinte años llevando una granja convencional ha decidido pasarse a criar conejo ecológico, con pasto y pienso ecológico y con jaulas de dos metros cuadrados.

En referencia a las diferencias con las granjas convencionales, nos comenta que “en el pienso de los conejos normales hay más porquería que materia buena. Por eso tienen que meter tres diferentes tipos de antibióticos en el pienso, porque si no tendrían enfermedades como diarreas.”

A pesar de las diferencias que él señala, el sacrificio es exactamente igual que en una granja convencional: los conejos son matados en un matadero convencional, mediante aturdimiento y degollado. Nos comenta que incumple unas cuantas normativas según la CCPA como, por ejemplo, que las jaulas deben tener el suelo lleno de paja. Él no hace caso de esas normativas y amenaza con que si le ponen muchas pegas se irá a otra comunidad autónoma donde no se lo pongan tan difícil.

Dentro de las naves observamos mucha suciedad, nos damos cuenta que hay un conejo muerto y en descomposición conviviendo con sus compañeros de jaula desde hace bastantes días sin que el granjero hubiera tomado las medidas oportunas. Cuando lo saca, delante de nosotros observamos que está lleno de gusanos por dentro.

Observamos que los conejos tienen mucho calor. Hoy hace aproximadamente 34 grados, y los conejos lo sufren, a pesar de que tengan una pequeña malla negra que les protege del sol.

A. admite muchas irregularidades, entre ellas el vender sus conejos a árabes para que ellos los maten según el sacrificio halal, así como a otros vecinos y que algunos los mata  para consumo propio.

No tiene ningún reparo en enseñarnos cómo mata a uno. Va de jaula en jaula viendo cuál es el que va a matar. Coge uno, después lo deja, coge otro, lo vuelve a dejar, y finalmente en otra jaula coge el que matará añadiendo: “Este se ha dejado coger. Por tonto le va a costar la vida”. Lo lleva hasta una dependencia donde hay sombra, y allí lo golpea con la mano mientras el conejo chilla de dolor. Tras un par de golpes le corta el cuello. El animal sigue estando consciente mientras se desangra. Entonces lo despelleja y le da al perro que tiene atado a una cadena los restos de pelo del conejo. Sabe que está prohibido, pero se lo da de todas formas, al igual que el pienso de los conejos lo utiliza para dar de comer al perro.